Siempre
tomo los mates fríos, porque no le doy tiempo al agua para que se caliente. A
veces la vuelvo a volcar del termo a la pava, prendo el fuego y le permito
llegar a la temperatura justa. La mayoría de las veces no lo hago. Soy una
persona impaciente. Pero en esta oportunidad, no quedó otra opción que aprender a esperar.
A Matzschke y su fiel ayudante Beto, les llevó unos veinte días poner el Escarabajo a punto, y a nosotros un par de semanas
probarlo y ablandarlo. El viaje debía empezar el 24 de diciembre y terminar el
día que volviéramos de la Patagonia. Por lo tanto, la espera en Maschwitz se
convirtió en una parada más del itinerario. Así, en vez de hacer kilómetros de
ruta, nos dedicamos a empezar este blog. Pero también le pusimos el cuerpo a
otras cosas. Estamos ejercitando la
celebración y el gozo, como una forma de agradecimiento por todo lo que existe.
Lo bueno y lo malo.
Inventamos
nuevas aventuras. Nadar el canal de Hipocampo de punta a punta, ida y vuelta, fue
más fácil que caminar los 25 kilómetros hasta el faro Querandí. En este caso el
trayecto fue de 1 kilómetro y 200 metros. Desde de la casa flotante nos tiramos
de cabeza al agua. Ya lo habíamos hecho el fin de semana anterior, pero esa vez
solo dimos la vuelta a la isla. Como si estuviéramos en el Amazonas, nadábamos rodeados
de la esplendorosa vegetación: sauces, flores silvestres, ceibos, pecanes,
eucaliptus, álamos y fresnos de mano.
En
los lagos del Sur no habríamos podido hacer una travesía semejante. Allá el
agua es helada, acá estaba calentita. Nadamos, flotamos e hicimos la plancha
durante una hora y cuarto, en un estado de paz y relajación total.
Cuando llegaron los primeros camalotales y empezaron a cubrir los ríos, nosotros estábamos ahí, sentados en la escalera del muelle sobre el Luján. Lejos de pensar en ataques de serpientes venenosas y demás alimañas, como anunciaban los noticieros, sacamos del agua unas bellísimas plantas. Muchas tenían una vara de flores violáceas, y en la base unos bulbos llenos de aire, para flotar.
Las
pusimos en un baldecito que también rescatamos del río, y a la noche, junto a la
caja de alfajores que trajimos de la costa, se las llevamos a mi mamá para
engrandecer su estanque.
Nos
abocamos a la oferta gastronómica de la zona. Lejos de internanos en los helados
lagos del Sur, nos internamos los helados de Conti. Según Anibal, la segunda
mejor heladería del mundo, después de Cadore de Corrientes y Rodríguez Peña.
A pesar de que me paso horas amasando pan integral, haciendo galletitas con harina orgánica y semillas, y me especializo en preparar las mil y una recetas veganas, no somos muy ordenados con la comida.
A pesar de que me paso horas amasando pan integral, haciendo galletitas con harina orgánica y semillas, y me especializo en preparar las mil y una recetas veganas, no somos muy ordenados con la comida.
Nuestros lugares preferidos son
La Ribera, en Villa La Ñata -allí solemos almorzar a orillas del canal, milanesas con papas fritas, empanadas, canelones- y El Apero,
en Maschwitz, donde hacen el mejor asado de tira. Son antojos, y los antojos no
contemplan dietas sanas.
Ablande Obligado
El
Escarabajo necesitaba un ablande después de salir del taller. Fuimos a San
Pedro, la tierra donde seguramente iniciaron su viaje las naranjas del naufragio… Nos
recibió la inundación, y otra vez los camalotes. Con toda la costa llena de
agua, la temporada no fue buena para los lugareños. Llegamos hambrientos y
después de buscar un lugar durante largo rato, nos sentamos en una parrilla. “Un
asado es un asado”, contestó el mozo de mala gana, levantando las cejas y
torciendo la boca. Había venido hasta nosotros arrastrando los pies y mirando
para otro lado. Deberíamos haber desistido, porque dos veces le tuvimos que
devolver los incomibles platos. Terminamos almorzando una ensalada con la
lechuga mustia y mal lavada. Llegamos
a la conclusión de que ese restaurant, que se anuncia con grandes carteles de
parrilla, minutas, postres, no debería estar permitido. Durante el frustrado
almuerzo, imaginamos crear una secretaría en las municipalidades que se encargue de controlar el servicio que ofrecen los locales
gastronómicos. Pusimos un tarifario de multas según las irregularidades y hasta
una pena de cierre definitivo si el nivel de atención alcanzara el estado de
pésimo.
Solemos
pasar largas horas pensando en cómo cambiaríamos leyes, el modo de hacer
ciertas cosas y reformando casas y lugares. En una de esas charlas, pensando en
el título de esta entrada al blog, también inventamos el lenguaje Escarabajo,
el Escarargot. Ya tenemos una larga lista de palabras. Escaraviaje significa: travesía en automóvil.
Volviendo al ablande del auto, lo más interesante fue haber llegado
hasta Vuelta de Obligado, un caserío ribereño donde se recuerda el glorioso
combate.
Esta vez, con el auto vacío, logré que lleváramos las reposeras. Cómodamente
sentados nos quedamos dormidos mirando el río desde la barranca. Anibal
comprobó que las reposeras son imprescindibles. Nos despertó de la siesta el
llanto de un bebé, no pudimos dilucidar si la mujer que lo llevaba a upa era la
madre o la abuela.
Emprendimos la retirada antes de la caída del sol. El Escarabajo se
había portado diez puntos a la ida, pero todavía le teníamos un poco de
desconfianza.
Sin
embargo, no tuvo ningún problema, llegando a Maschwitz fijamos fecha para salir
nuevamente hacia el Sur: 10 de febrero. La espera estaba llegando a su fin.
Continuará... (Cap. 6) 1ra Parada: la dimensión desconocida
Continuará... (Cap. 6) 1ra Parada: la dimensión desconocida
Que buenas anécdotas y relatos del viaje!! Vamos por más!! ⛺️🌄
ResponderBorraradelante con el escaraviaje!
ResponderBorrarA la espera de mas escaraventuras!!!
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